NUTRICIÓN

 

 

 

 

LA CASEÍNA DE LA LECHE

Mencionábamos al describir la composición de la leche que una de sus proteínas principales es la caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente las caseínas de la leche materna... pero no las de la leche de vaca. Tales proteínas sólo se digieren parcialmente por el efecto neutralizador de la leche sobre la acidez gástrica, indispensable para su ruptura.

¿Y qué efectos provoca esa sustancia viscosa que es la caseína animal en nuestro organismo? Pues hay que decir que en algunas personas se adhiere a los folículos linfáticos del intestino impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se utiliza como pegamento para papel, madera, etc.).

 

Además su hidrolización parcial tiene otras consecuencias. Por ejemplo, desembarazarse de sus residuos metabólicos supone un gasto energético suplementario para el organismo y puede provocar problemas inmunológicos. Así, en personas que presentan deficiencias de inmunoglobulinas IgA esta proteína pasa al torrente sanguíneo y genera gran variedad de reacciones autoinmunes. Y si tenemos en cuenta, según un informe del Memorial Kettering Hospital de Nueva York (Estados Unidos), que la deficiencia de antígenos IgA es uno de los problemas más comunes en cuanto a deficiencias inmunitarias el problema pasa a tener dimensiones mucho más preocupantes.

 

Hay una cosa respecto de la cual los hechos son claros, y es que la composición química de la leche de vaca es diferente a la de la leche humana. Si tus vísceras pudieran hablar, después de que hubieras ingerido un producto lácteo te preguntarían:
“¿ Qué anda haciendo éste hombre con las vacas?.”

 

Las enzimas necesarias para llegar a descomponer y digerir la leche son la renina y la lactasa, que en la mayoría de los seres humanos ya han desaparecido a los tres años. En todo tipo de leche hay una sustancia que se llama caseína, pero en la leche de vaca hay trescientas veces más de caseína que en la leche humana, para que puedan formarse huesos muchos más grande. En el estómago la caseína se coagula formando grandes copos densos y difíciles de digerir, adaptados al aparato digestivo de la vaca, que tiene cuatro estómagos. Una vez dentro del organismo humano esa densa masa viscosa impone al cuerpo un tremendo esfuerzo para librarse de ella. Dicho de otra manera: que para digerirla se ha de gastar una enorme cantidad de energía. Lamentablemente, esa sustancia viscosa se endurece en parte, y se adhiere al revestimiento del intestino, impidiendo que el cuerpo pueda absorber otras sustancias nutritivas. Resultado: letargo. Además, los subproductos de la digestión de la leche dejan en el cuerpo gran cantidad de mucus tóxico, muy acidificante, que se almacena parcialmente en el cuerpo en espera del momento en que éste pueda eliminarlo. La próxima vez que estés por quitar el polvo de un mueble, úntalo con alguna pasta y ya verá lo difícil que se hace pasar el plumero. Pues lo mismo hacen los productos lácteos dentro de tu cuerpo. Y eso se traduce en aumento de peso, no en perdida de peso. La caseína, dicho sea de paso, es la base de uno de los adhesivos más fuertes que se usan en carpintería.

 

Las investigaciones del Dr. Norman W. Walker, especialista en salud que ha estudiado durante cincuenta años el tema y es un experto en el sistema glandular nos dice : un importante factor que contribuye a la aparición de problemas tiroidéos es la caseína. Y el hecho de que los productos lácteos lleguen al consumidor muy procesados y tengan siempre vestigios de penicilina y antibióticos los convierte en una carga aún más pesada para el organismo.


 

 

ALIMENTOS LACTEOS

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